martes, 26 de mayo de 2009

Puntos de Encuentros....

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Hace algún tiempo, tuve un sueño, que fué uno de esos sueños que te llegan como una exhalación y te abren los ojos con respecto a ciertas cosas. Y que, inevitablemente, se quedan grabados en tu mente. Veía dos grupos de niños, un grupo recibía insultos del otro grupo de niños. Aquellos insultos eran, claramente, de índole racial. Lo más curioso es que los niños eran iguales. Este sueño, como lo he mencionado anteriormente, me hizo reflexionar: ¿Qué es aquello que existe en el ser humano que puede llegar a tener ese comportamiento tan poco inclusivo ante el otro? ¿Somos así, por naturaleza o es algo que podemos modificar?...


Cuando las torres gemelas cayeron, hace ya unos 7 años atrás, muchos no tenían ni idea de las repercusiones sociales, políticas y religiosas que aquello podría traer. El mundo cambió desde ese entonces. Muchas personas han quedado en un profundo desamparo: grupos enteros de gente común, han sufrido las consecuencias de una política exterior mal enfocada. Sin embargo, cuando la generalidad de las personas observan noticias, sobre refugiados de guerra, niños muriendo de hambre y edificios derrumbándose, les llegan como una corriente de aire que traspasa su sensibilidad por un instante, pero sólo se queda en un intento de amor desinteresado hacia los demás.

¿Qué son exactamente los prejuicios? En la sociedad chilena de la actualidad, nos vemos bombardeados de discursos anti-prejuicios, de discursos sobre la inclusión cultural y social. De hecho hasta existen discursos oficiales sobre la interculturalidad; pero, al parecer, nadie le ha tomado el verdadero peso a lo que esto significa. ¿Somos una sociedad que no tiene prejuicios? Decir esto es bastante extraño, puesto que nuestra carga de prejuicios está directamente relacionada con nuestra formación cultural, con aquella carga cultural que desde pequeños vamos acumulando. Está en nuestra psiquis colectiva, por lo tanto desprenderse de ellos es una tarea compleja, pero no imposible.

El punto de encuentro se da cuando las personas se atreven a dar un paso hacia el otro, que es radicalmente, diferente a uno mismo. El cambio en la forma de pensar de uno se da cuando, a pesar de todas nuestras diferencias, nos atrevemos a conocernos profundamente los unos a los otros, e interactuar con los demás. En mi trabajo como voluntaria he podido compartir con una familia de refugiados palestinos. Y a pesar del choque cultural que inevitablemente se da, me he podido dar cuenta que son personas comunes y corrientes, y que solamente tienen una mirada distinta a la de nosotros con respecto a la vida. me he sacado las máscaras de los prejuicios que me aquejan, y los he aceptado tal cual son; con sus defectos y virtudes, y quererlos desde el fondo del alma. Este es tal ves el punto más importante, ya que solamente desde el reconocimiento del otro como un legitimo otro, es que podemos integrar en la sociedad a aquellos que son radicalmente distintos a nosotros. Esto es, ver al otro como un ser humano y no como una cosa. Y, finalmente, esto último se logra solamente cuando nos abstraernos de los prejuicios que tenemos. Cuando nos abstraemos de éste legado que nos ha dejado nuestra socialización, podremos ver al otro en su real dimensión y envoltura.

Tal ves la expresion más brutal y significativa de ver al otro como una cosa, es aquella que se da en la relación del torturador y el torturado. El torturado, ante la mirada del torturador, pierde el status de ser humano, ya que lo deja de ver como un igual con sentimientos, una familia e hijos. El torturador se enceguece ante el legado de sangre y brutalidad. En esta sociedad, somos todos, si bien no en la misma medida, un poco como torturadores, porque al no reconocer al otro como un legítimo otro, nos enceguecemos y permanecemos como dormidos. Nos perdemos en aquello que la sociedad nos dice que seamos y no en nuestro verdadero ser interno. Tenemos prejuicios, no solamente con aquellos que son radicalmente distintos, si no con todas las personas que transitan por nuestro camino. El camino más lógico e importante, según mi punto de vista, para lograr una cultura inclusiva y sin prejuicios, es la educación. Como lo dió a entender un muy querido amigo mío, el ser humano es cruel por ignorancia. Bajo esta premisa, es en las nuevas generaciones dónde debemos dirigir nuestros esfuerzos para la construcción de una sociedad más justa e interrelacionada. Es allí dónde debemos centrar nuestra mirada y enseñar valores que permitan una solidaridad y un entendimiento verdadero entre las personas.

domingo, 24 de mayo de 2009

Discurso de Krishnamurti: “Disolución de la Orden de la Estrella”

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Disolución de la Orden de la Estrella

La Orden de la Estrella de Oriente fue fundada en 1911 para proclamar el advenimiento del Instructor del Mundo. Krishnamurti fue designado Jefe de la Orden. El 2 de agosto de 1929, día de apertura del Campamento Anual de la Estrella, celebrado en Ommen, Holanda, Krishnamurti disolvió la Orden ante tres mil miembros. Esta es la traducción completa de las palabras que pronunció en aquella ocasión basada en el texto que se publicó en el Boletín de la Estrella del mes de septiembre de 1929.
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"Vamos a discutir esta mañana la disolución de la Orden de la Estrella. Muchos se alegrarán y otros se sentirán más bien tristes. Esta no es una cuestión de regocijo ni de tristeza, porque es algo inevitable, como voy a explicarlo.
Quizás recuerden ustedes la historia de cómo el diablo y un amigo suyo estaban paseando por la calle cuando vieron delante de ellos a un hombre que levantaba algo del suelo y, después de mirarlo, se lo guardaba en el bolsillo. El amigo preguntó al diablo:
“¿Qué recogió ese hombre?” “Recogió un trozo de la Verdad”, contestó el diablo. “Ese es muy mal negocio para ti, entonces”, dijo su amigo. “Oh, no, en absoluto”, replicó el diablo, “voy a dejar que la organice”.
Yo sostengo que la Verdad es una tierra sin caminos, y no es posible acercarse a ella por ningún sendero, por ninguna religión, por ninguna secta. Ese es mi punto de vista y me adhiero a él absoluta e incondicionalmente. La Verdad, al ser ilimitada, incondicionada, inabordable por ningún camino, no puede ser organizada; ni puede formarse organización alguna para conducir o forzar a la gente a lo largo de algún sendero en particular. Si desde el principio entienden eso, entonces verán cuan imposible es organizar una creencia. Una creencia es un asunto puramente individual, y no pueden ni deben organizarla. Si lo hacen, se torna en algo muerto, cristalizado; se convierte en un credo, una secta, una religión que ha de imponerse a los demás. Esto es lo que todo el mundo trata de hacer. La Verdad se empequeñece y se transforma en un juguete para los débiles, para los que están sólo momentáneamente descontentos. La Verdad no puede rebajarse, es más bien el individuo quien debe hacer el esfuerzo de elevarse hacia ella..." (ver más)

(publicado por: Encarni, en:http://hermandadblanca.org/)

miércoles, 20 de mayo de 2009

Un intento de poesía...

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Las palabras escritas sobran, amigo, cuando el sentimiento es el que se expresa a través del pecho. Es ahí cuando el corazón cobra vida y se expresa libremente, como si tuviese alas.

He recorrido tanto camino... tantas leguas bajo el mismo aire y el mismo sol...
La vida se me escapa y aún me siento sola en medio de la multitud.
Deseo llegar a mi hogar y me doy cuenta que mi hogar está muy lejos, allá donde las estrellas nacen y proliferan... allá en los mundos azules que antaño eran venerados.
He visto miles de épocas a través de mis manos, he visto crecer árboles y morir océanos.
El momento presente se me va, y aún me siento sola en medio de la multitud.
He dejado los platos llenos y las tazas semi-vacías... y mi hogar sigue allí, en los profundos recuerdos de mi alma.
Deseo hallar a mi familia, a las personas que no me son desconocidas en la multitud. Pero, me doy cuenta que mi familia vive y crece aquí, ha venido conmigo, pero no recuerda ni su pasado, ni su futuro.

Amigo mío, las horas pasan y aún me siento sola en medio de la multitud... Mi corazón se siente en paz, cuando tu te encuentras a mi lado... Mi corazón se halla en casa, cuando tu caminas a mi lado las leguas que nos separan de nuestro hogar...

domingo, 17 de mayo de 2009

Extracto del libro: "La Historia Interminable", de Michael Ende

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"(...) Otra vez tardó Gmork mucho tiempo en responder. Su respiración era ahora ronca y estertorosa. Sin embargo, de pronto se incorporó, de forma que quedó apoyado en las zarpas delanteras y Atreyu tuvo que mirarlo. Sólo entonces se dió cuenta de todo su tamaño y todo su horror. Cuando el hombre-lobo habló de nuevo, su voz sonó áspera.
-¿Has visto la Nada, hijito?

-Sí, muchas veces.
-¿Qué te parece?

-Como si uno estuviera ciego.

-Bueno... pues cuando entráis en ella se apodera de vosotros, quiero decir la Nada. Sois como una enfermedad contagiosa que hace ciegos a los hombres, de forma que no pueden distinguir ya entre apariencia y realidad. ¿Sabéis cómo os llaman allí?

-No- susurró Atreyu.
-¡Mentiras!- ladró Gmork.

Atreyu sacudió la cabeza, sus labios se habían quedado exangües.
-¿Cómo puede ser eso?

Gmork se ensañó al ver el espanto de Atreyu. La conversación lo animaba visiblemente. Tras una pequeña pausa siguió diciendo:

-¿Me preguntas qué serás allí? ¿Y qué eres aquí? ¿Qué sois los seres de Fantasía? ¡Sueños, invenciones del reino de la poesía, personajes de una Historia Interminable! ¿Crees que eres real, hijito? Bueno, aquí, en tu mundo, lo eres. Pero, si atraviesas la Nada, no existirás ya. Habrás quedado desfigurado. Estarás en otro mundo. Allí no tenéis ningún parecido con vosotros mismos. Lleváis la ilusión y la ofuscación al mundo de los hombres. ¿Sabes hijito, lo que pasará con todos los habitantes de la Ciudad de los Espectros que han saltado a la Nada?
-No- tartamudeó Atreyu.

-Se convertirán en desvaríos de la mente humana, imágenes del miedo cuando, en realidad, no hay nada que temer, deseos de cosas que enferman a los hombres, imágenes de la desesperación donde no hay razón de desesperar...(...)

(...) vosotros mismos tenéis que resignaros allí a hacer creer a los hombres que Fantasía no existe.
- ¿Qué no existe Fantasía?- repitió Atreyu desconcertado.

- Claro, hijito- repondió Gmork-, eso es precisamente lo más importante. ¿No puedes imaginártelo? Sólo si creen que no existe Fantasía no se les ocurrirá visitaros. Y de eso depende todo, porque únicamente cuando no os conocen en vuestro verdadero aspecto puede hacerse con ellos cualquier cosa.

- Hacer con ellos... ¿qué?

-Todo lo que se quiere. Se tiene poder sobre ellos. Y nada da un poder mayor sobre los hombres que las mentiras. Porque esos hombres, hijito, viven de ideas. Y éstas se pueden dirigir. Ése poder es el único que cuenta. Por eso yo también he estado al lado del poder y lo he servido, para poder participar de él... aunque de una forma distinta que tú y tus iguales.

-¡Yo no quiero participar de él!- balbuceó Atreyu.
- Calma, pequeño necio- gruñó el hombre-lobo-. En cuanto te llegue el turno de saltar a la Nada, serás también un servidor del poder, desfigurado y sin voluntad. Quién sabe para que les servirás. Quizá, con tu ayuda, harán que los hombres compren lo que no necesitan, odien lo que no conocen, crean lo que los hace sumisos o duden de lo que podría salvarlos. Con vosotros, pequeños fantasios, se harán grandes negocios en el mundo de los hombres, se declararán guerras, se fundarán imperios mundiales... (...)"


("La Historia Interminable", Michael Ende. Ediciones Afaguara. Chile, abril 2003, sexta edición. p.p. 143-145.)

martes, 12 de mayo de 2009

Eloísa Díaz

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Hoy nos parece muy normal que mujeres entren a la Universidad, sigan carreras como Medicina y ejerzan su profesión en igualdad con sus colegas hombres. Pero en los años en que la joven Eloísa se propuso estudiar, las cosas eran muy diferentes.


Cuando en 1877, el Ministro de Educación de la época, Miguel Luis Amunátegui dicta el trascendental decreto que visionariamente permite a las mujeres acceder a la educación universitaria, abre un camino que muchas avanzadas jóvenes de esa época estaban dispuestas a seguir aún en contra de lo que se consideraba como “socialmente aceptable”. (ver más...)