Esta vida resplandeciente es como una estrella matutina. Un sol poniente o grandes olas que revientan en la costa del mar. Una brisa suave o un relámpago en una tormenta. Un sueño danzante por toda la eternidad. La arena brillaba con la luz matutina, y danzaba más allá de las dunas, muy lejos. La noche guardaba una música tan dulce, tan larga. Y allí descansamos hasta que rompió el alba. Despertamos aquella mañana con el llamado para avanzar. Nuestros camellos fueron cargados, nuestras sillas de elefante estaban listas. El sol surgía en el cielo de oriente. Justo cuando empezábamos nuestro recorrido a través del lamento del desierto.
Llamando, anhelando, empujándote al hogar.
Las carpas disminuyeron a medida que avanzábamos en el camino, en una tierra que nos cuenta sobre los días pasados, sobre los meses de paz y todos los años de guerra, sobre las vidas de amor y de todas las vidas con miedo.
Llamando , anhelando, empujándote al hogar.
Cruzamos los cauces de ríos, todos hechos en piedra. Y en lo alto, montañas imponentes y recónditas. Más allá, los valles de calor abrasador. Hasta que llegamos al caravansar.
Llamando, anhelando, empujándote al hogar.
Cuál es esta vida, que me lleva muy lejos. Cuál es aquel hogar, donde no podemos residir. Cuál es aquella búsqueda, que me hace avanzar. Mi corazón está pleno cuando estás a mi lado.
Extracto del I Ching, el libro de los cambios.(p.125)
"La vida conduce al hombre serio por senderos difíciles. A menudo el curso de su marcha pierde vigor, otras veces puede seguir avanzando en línea recta. Aquí, pensamientos alados se expresan libremente en palabras. Allá, la pesada carga del conocimiento se guarda en silencio. Mas, cuando dos seres están verdaderamente unidos, hacen estremecer aún al fierro y al bronce. Y si dos seres se entienden en la intimidad de sus corazones sus palabras serán dulces e intensas como la fragancia de las orquídeas".